Reflexiones de nuestros Rabinos

Parashat Emor
Hemos leído en la Torá en estos días la parashá denominada “Emor” (= Habla). Uno de los elementos centrales de esta parashá es la descripción que hace Di-s por medio de Moshé de los jaguim, o sea de las festividades judías.
Sin lugar a duda, el ciclo del año judío con sus conmemoraciones es una de las grandes creaciones de la cultura de nuestro pueblo. Las fiestas judías tienen el poder de unir a todos los judíos a lo largo del tiempo y del espacio.
Los Jaguim nos unen a lo largo del espacio, ya que en el mismo instante los judíos de diferentes lugares del mundo hacemos lo mismo. Cada vez que festejamos un Seder de Pesaj (obviando los husos horarios) nos estamos uniendo con los judíos de Israel, África, Australia… que en ese mismo momento están diciendo las mismas oraciones y leyendo del mismo texto que vos.
Por otro lado, las festividades judías nos unen con el resto del pueblo judío a lo largo del tiempo, ya que cada vez que escuchamos el shofar en Rosh Hashaná nos estamos uniendo a los judíos de todas las generaciones que también oyeron los sonidos quebradizos y desgarradores del shofar. Cada vez que ayunás en Iom Kipur te estás uniendo, entre otros, con los hombres y mujeres que ayunaron en el momento de la destrucción del Templo de Ierushalaim, que fueron perseguidos por los romanos, que fueron expulsados de España, que fueron oprimidos en Rusia, que fueron masacrados en la Shoá, y que dieron lo mejor de sí para la creación del Estado de Israel. Pero lo más lindo de esto, es que cada vez que entras a la Sucá, te estás uniendo a todas las generaciones de judíos que aún no existen, o sea te abrazas simbólicamente con tus futuros hijos y con tus futuros nietos.
El sociólogo e historiador alemán Max Weber (1864-1920) pensaba que al ser humano había que darle inyecciones de ética, o sea, que había que mostrarle el camino correcto para que éste aprenda y así pueda  mejorar su vida. Sin estas metafóricas inyecciones, el ser humano no puede arribar a lo correcto y a la perfectibilidad.
En el judaísmo, los jaguim, las festividades son estas inyecciones educativas que intentan hacerte vivenciar una vez por año diferentes situaciones.
Rosh Jodesh (el inicio del mes) nos quiere enseñar que así como la luna se renueva todos los meses, nosotros debemos renovar nuestras esperanzas, nuestros anhelos, nuestros desafíos.
Pesaj nos enseña el valor de la libertad física, debemos aprender a respetar nuestro cuerpo y ser libres de los tiranos materiales como el cigarrillo, la comida chatarra y el sedentarismo. Debes cuidar tu cuerpo ya que te va a acompañar durante toda tu vida.
Shavuot nos transmite la importancia de la libertad espiritual. Pensamos que somos libres, ya que no visualizamos faraones con látigos, pero los azotes de los tiranos modernos existen y son más sutiles. Debemos aprender a liberarnos de la esclavitud del poder, del dinero, de la ambición, de la asimilación. Estas sumisiones de la posmodernidad nos hacen errar el camino de la felicidad.
Sucot te guía para comprender que debes comprometerte con el dolor y sufrimiento de tu prójimo, ya que su padecimiento es tu dolencia. En esta fiesta sentimos en carne propia durante unos pocos días lo que muchas personas sienten toda una vida.
Iamim Noraim te ayudan a enfrentar las preguntas profundas y significativas de la vida. Estos días te invitan a reflexionar nada más y nada menos que acerca de tu existencia.
Esta es la esencia de los jaguim, de las festividades judías. Esta es la enseñanza del calendario judío.
Siempre debemos recordar lo que enseñaba el filósofo judío del siglo I Filón de Alejandría. Cada día de tu vida es una fiesta que debes aprender a celebrar y a valorar. No demos por obvio lo que no lo es. Festejemos todos los días junto a nuestros seres queridos el milagro de la vida.
¡Shabat Shalom!
Rab. Adrián Herbst

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